Viajes: Delta del Okavango

Después de despegar la avioneta surcaba el cielo como un 600 con alas, apretados y con un ruido de mil demonios aguardábamos con anhelo el paisaje que se pintó para nuestros ojos, el río Okavango serpenteaba y se retorcía como una anaconda, por fin habíamos llegado al delta del Okavango.

 

  

  

  

  

 Allí nos esperaba una lancha motora que nos adentró aún más en el delta, donde un grupo de nativos con sus canoas nos esperaban para adentrarnos, ahora si, en el corazón del Okavango.

El delta del Okavango es un caso de delta poco usual, ya que sus aguas no acaban desembocando en el mar, sino que son absorbidas por el desierto del Kalahari formando un abanico alubial. El río Okavango, que nace en Angola, recorre casi 1.000 Km antes de dispersarse por una llanura, creando en Botsuana el delta que cubre una superficie de entre 15.000 km² y 22.000 km². Aquí es posible, aunque no tarea fácil, ver en estado salvaje a los siete magníficos, es decir, el león, el leopardo, el rinoceronte, el elefante, el búfalo, el guepardo y el licaón. 

Navegar entre papiros por las sendas abiertas por los hipopótamos es una sensación mágica, y el encogimiento genital al oirlos chapotear detrás de una cortina de yerbajos no tiene precio, tras su aspecto regordete y bonachón tenemos a uno de los animales que más muertes humanas causan en el continente africano. Pasar entre los cocodrilos con una canoa tampoco nos lo paga Mastercard...

De vez en cuando las sendas mueren o nacen en lagunas abiertas cubiertas de nenúfares.

Pernoctar en el Okavango es una sensación inexplicable, por la mañana tenemos previsto un safari a pie en busca de los animales salvajes, pero no temáis, que nos acompañan guias armados con palos por si las moscas... (por lo menos podían llevar tira-chinas, ¿no?). Aunque esto ya es otra historia...

Bona nit.