domingo, 11 de julio de 2010

Sisfadas: El fin del mundo

Como bien es sabido por todos el fin del mundo se avecina, así que por no quedarme en casa sentado esperandole decidí salir a dar una vuelta, arriesgado por mi parte, ya que existía la seria posibilidad de encontrarmelo de cara (al fin del mundo digo).
Al traspasar el portal torcí a la derecha, nunca me había dado cuenta de este detalle, pero siempre que salgo de mi bloque giro a la derecha, ahora, al percatarme de este defecto, descubrí que ignoraba por completo que es lo que había en el lado izquierdo de la calle. Ahí parado, al mirar hacia ese desconocido y zurdo mundo, distinguí la persiana bajada de lo que parecía una pastelería o panadería, y más allá un videoclub de esos que tienen cajeros 24h. Sin duda era algo a tener en cuenta en otras circunstancias, pero hoy, con el fin del mundo a punto de llegar no iba a perder el tiempo viendo ninguna película, por muy buena que fuera. Como no quería aventurarme a perderme deambulando este último día resolví coger mi conocido camido diestro, confiando en no cruzarme con el fin del mundo por este lado.
El silencio era inédito para un domingo a la tarde, y pese al calor me sorprendió no ver ni un alma, durante unos instantes llegué a sospechar que quizás el fin del mundo ya había pasado por aquí, y que yo, despistado, no me había advertido de ello, pero rapidamente aparté esos pensamientos de mi cabeza, eso era imposible, de una o de otra manera el fin del mundo se tiene que hacer notar.
Como tampoco sabía donde ir decidí ponerle el piloto automático a mis pies, que me llevaran donde quisieran, así yo tendría más libre la cabeza para pensar, tampoco quería que el final me llegara con la cara que tiene una vaca mirando el tren, uno tiene su orgullo.
Al rato de ir inmerso en mis cavilas empecé a oir a lo lejos unas voces fantasmales que, sincronizadas pero desafinadas, aullaban sin lugar a dudas algún tipo de lamento, era algo parecido a Ui, Ui, Ui!!!!!. Quizas el fin del mundo estaba acabando con esos pobres desgraciados así que intenté aislar esos sonidos de sufrimiento, pero al poco rato me encontré rodeado de esos gritos por todas partes, provenían del interior de las casas de todos los edificios de toda la ciudad, seguramente también de todo el país y por no ponerle frontera a algo tan trascendental como el fin del mundo imaginé que era algo que estaba pasando a nivel planetario. Todos estaban sufriendo un agónico final, pero yo, me encontraba en medio de todo esto sin sufrir el más mínimo dolor de cabeza, curioso como poco.
Cuando ya parecía que si el final no me alcanzaba de un momento a otro me estallarían los oídos, explotó un grito unánime aun más sobrecogedor que me aplastó como una insecto contra el suelo y me obligó a taparme las orejas, acto que no pudo evitar escuchar el mensaje que transmitían tan aterradoras voces: GOOOOOL, GOOOOL, GOOOOL!!!, me dí la vuelta tumbado en medio de la acera y observé asustado como de asomaban por las ventanas cientos de lo que antes tuvieron que ser personas normales y corrientes, como si fueran abejas de un panal, con trompetas y silbatos anunciando, ahora sí, que el final del mundo había llegado. Sus caras pintadas de rojo y amarillo convertían sus gestos desencajados en rostros demoniacos, diablos recien salidos de laverno, sin duda alguna era el fin.
 

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